jueves, marzo 21

La meta en el camino...


¿Te ha pasado que continuamente te propones nuevos objetivos? Voy a hacer esto y luego aquello... metas grandes, pequeñas...
A corto, mediano o largo plazo.. pero... ¿te ha sucedido que al lograrlas, no supiste ni cómo, ni cuánto tiempo te tomó?

Hace poco, en días de vacaciones, tuve la posibilidad de recorrer un sendero dentro de un Parque Nacional (Sur de Chile). Al inicio un mapa daba cuenta de cuáles eran los senderos posibles, los kilómetros y tiempo aproximado... No era necesario llevar equipo especial, solo ganas y agua!

Definimos que llegaríamos a un punto X, donde había una cascada, y si había tiempo, avanzaríamos a la laguna que estaba más allá. Sin saber cómo era el trayecto, emprendimos la marcha, teníamos que llegar a la meta. A poco andar, comencé a disfrutar de un paisaje hermoso; árboles, riachuelos, sonidos de aves y silencios que me hacían parar, simplemente para disfrutar del recorrido... Luego de un par de horas y aún lejos de la cascada, me di cuenta que poco importaba si llegaba o no allí, lo importante para mí era disfrutar de cada paso del sendero. Los aromas... el crujir de las ramas bajo los pies, el cuidado al dar pasos sobre terreno barroso, subidas y bajadas que hacían que me mantuviera con toda la atención puesta allí... Pasadas varias horas mi cuerpo comenzó a acusar cansancio y poco me importaba la meta, sin embargo el sonido del agua que llegaba a mis oídos me indicaba que estaba cerca, así es que me concentré en caminar con cuidado, parar cada cierto rato, respirar profundamente, hasta que de pronto ahí estaba... frente a una cascada que tal vez no era tan grande, ni tan majestuosa como otras que hay en el mundo... pero era un gran regalo... agua fresca, su sonido al caer de las alturas era fuerte, refrescante. ¡Habíamos llegado! Podría haberme quedado ahí largas horas, sin embargo era tarde y había que continuar o regresar... solté las metas y nuevamente me dediqué a vivir cada paso intensamente... cada paisaje era un regalo... no eran metas que me propuse alcanzar, sin embargo cada uno me llenaba de energía, de asombro, de fuerza...

Ya de regreso en la ciudad, en la rutina del día a día, he buscado cómo aplicar esta experiencia... Desde el modelo de la PNL, habitualmente nos proponemos objetivos, el Estado Deseado, y hacia allá enfocamos la atención, hacemos como si ya hubiéramos logrado la meta (vemos, oímos, sentimos), detectamos las cosas que nos acercarán, las que pueden interferir, e incluso podemos llamar la presencia de mentores que fortalezcan ciertos recursos que son útiles... Pero a veces sucede que nos enfocamos tanto en ese lugar que llegamos sin saber ni cómo, ni cuánto tiempo nos tomó... Nos perdemos la posibilidad de disfrutar del camino, de transitarlo en gozo, descansando, manteniendo la conexión con nosotros mismos y con el mundo. Y quizá esto marca la diferencia entre llegar a la meta, una y otra y otra más y VIVIR la meta... Ciertamente que es importante proponernos objetivos en la vida, pero creo que es importante que podamos disfrutar de los caminos que recorremos... parar, descansar, respirar, sentir y al llegar … CELEBRAR... sí porque cada logro que tenemos nos aporta energía para lo que sigue, o bien alegría para simplemente ESTAR en el momento en que uno está…

Tal vez la próxima vez que te propongas un objetivo, lo puedas soltar y así tengas todo el tiempo del mundo para darte cuenta de los regalos que hay en el recorrido... y puedas ir haciendo los ajustes necesarios si algo no va funcionando. Esto requiere estar muy atentos a lo que estamos viviendo... Proponernos una meta, soltar la meta y de pronto ahí estamos, sólo que esta vez disfrutamos de todo el camino y lo hicimos conscientemente... paso a paso... DESPIERTOS!

Alexandra Vrsalovic Honorato
Fonoaudióloga U. de Chile - Coach y Trainer PNL - Terapeuta Floral

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